Hace unos 6.000 años, los seres humanos aprendieron a fabricar objetos de metal: primero de cobre, más tarde de bronce y finalmente, de hierro. Los metales se convirtieron en un producto muy apreciado.
Con estos metales hacían armas, como espadas, hachas, lanzas; adornos, como collares y broches; y herramientas como azadas y hoces.
Estas armas y herramientas, fabricadas con metal, eran más fuertes y resistentes que las fabricadas con piedra.
En las zonas donde se encontraban estos metales se desarrollaron pequeñas ciudades, rodeadas de murallas de piedra para defenderlas.
Los habitantes de las ciudades eligieron un jefe para organizarse a su alrededor y protegerse de los ataques de otras ciudades.
Además, las personas empezaron a especializarse en trabajos muy distintos: los guerreros defendían la ciudad, los campesinos trabajaban las tierras, los comerciantes comerciaban mediante el trueque, que es el intercambio de unos productos por otros sin utilizar la moneda.
Los seres humanos inventaron en esta etapa la rueda, la vela y el arado.
Las personas que vivieron en esta época construyeron monumentos con grandes piedras llamadas megalitos.